Se firmó el Pacto de Mayo en Tucumán: ¿qué impacto puede tener en la política interna?
Por Néstor Schumacher.-
Pasados los primeros minutos del 208° aniversario de la Independencia de la República Argentina, el presidente Javier Milei, acompañado por 18 gobernadores, los expresidentes Mauricio Macri y Adolfo Rodríguez Saá, ministros, representantes de las Fuerzas Armadas y figuras de la política nacional, llevó adelante la firma del tan anunciado Pacto de Mayo. ¿Qué impacto puede tener a la hora de pensar la política interna?
El Pacto de Mayo como tal, es un acto simbólico. En sus 10 puntos, reminiscentes a los 10 Mandamientos que ahondan en la retórica bíblica y mesiánica del presidente Javier Milei, no proponen nada nuevo si pensamos en las plataformas de campaña de los espacios más promercado de la Argentina: reducir el gasto, apuntar hacia la exportación de bienes y servicios, desregular el ámbito laboral y generar una reforma previsional.
La Libertad Avanza, que apenas supera el lustro de vida como partido, es una anomalía de la política: no tiene representación ejecutiva provincial y es minoría en todos los ámbitos legislativos. No obstante, y con cierta ironía para ser el partido de la antipolítica, logró aprobar la reforma estructural del Estado más importante sacando la Constitucional de 1994, y llevó adelante un acto eminentemente político incluyendo a una buena parte de las y los dirigentes con representación.
Si hablamos de expresidentes las ausencias vinieron del lado de la oposición más acérrima con Cristina Fernández y Alberto Fernández, parte del gobierno previo y bastante atacados por el economista liberal. El caso de María Estela “Isabel” Martínez de Perón es uno particular: su edad y su alejamiento de la política volvían la invitación una formalidad, mientras que Eduardo Duhalde, presidente luego de la caída de De La Rúa en 2001, aludió “compromisos previos”. Los presentes uno del PRO y otro del PJ, Mauricio Macri, quién transita una relación de tira y afloje con los liberales y Adolfo Rodríguez Saá, un peronista de corte moderado.
Entre los mandatarios provinciales es más fácil hablar de las ausencias: Axel Kicillof de Buenos Aires como figura principal, Ricardo Quintela de La Rioja, Gildo Insfrán de Formosa, Sergio Ziliotto de La Pampa, Gustavo Melella, gobernador de Tierra del Fuego y Claudio Vidal de Santa Cruz, quién atraviesa una crisis con la ola polar que azota su territorio. En términos de volumen político, tamaño de la provincia y capacidad de representación el “faltazo” lo lidera Kicillof, siendo acompañado por los gobernadores de corte más opositor y ligados a la gestión anterior.
Analizando las representaciones que no fueron parte de la noche histórica en Tucumán, hay una cosa clara: el bipartidismo implícito que tiene Argentina hoy no pasa por peronistas y antiperonistas, que supieron ser radicales, conservadores, PRO o cambiemitas. Hoy se establece como una oposición más radicalizada, en términos discursivos, compuesta por sectores de la izquierda, organizaciones sociales y el peronismo K, mientras que del otro lado se establece un cierto apoyo, quizás para brindar gobernabilidad o para impulsar las reformas que el resto no se animó aplicar, detrás de la figura de Javier Milei.
La realidad es que el Pacto de Mayo, o incluso el discurso del presidente Javier Milei, son secundarios. Son puntos repetidos hasta el hartazgo en pos de un estado más pequeño, que controle sus gastos y se piense a sí mismo en función de los otros, siendo en este caso los mercados globales u Occidente, dependiendo si hablamos de economía o ideología. Lo importante es el aspecto simbólico del acto.
La Libertad Avanza es oposición en todos los ámbitos, solo exceptuándose el Ejecutivo Nacional. No tiene gobernadores, tiene 3 municipios de 1298, menos del 10% del Senado y algo del 15% en Diputados. Lograr una foto política como la de la madrugada del martes es una proeza y le permite compartir responsabilidad en caso de frustrarse sus planes, pero retener todo el crédito y capital político en caso de verse resultados positivos a su plan de gobierno.
Si bien la Ley Bases ya fue aprobada, luego de un tortuoso tratamiento, está claro que las reformas del Estado no se quedarán ahí y vendrán otras quizás hasta más polémicas como la previsional y la laboral. Lograr un apoyo, aunque tácito, de una abrumadora mayoría de las y los dirigentes de la política argentina, los “ata” en cierto modo a acompañar estas modificaciones a leyes o derogaciones. También vuelve más difícil la reunión del PJ K y no K: los que firmaron el Pacto de Mayo no serán perdonados tan fácilmente por aquellos que no, en una eventual organización para 2025 y sus elecciones de medio término.
Aunque con una metodología diametralmente opuesta, Milei realizó una construcción de consensos, algo de lo que tanto hablaba Néstor Kirchner, una figura que suelen citar tanto el economista liberal como su vocero Adorni. Mientras Néstor, en una lógica propia del peronismo, realizaba cada nueva adhesión en términos personales, Milei juega a proponer una postura disruptiva e inalcanzable, que luego su jefe de Gabinete Guillermo Francos acuerda en un punto medio, algo que sigue siendo infinitamente más favorable para los liberales que para el resto.
Este esquema de negociación no es nuevo: Donald Trump lo aplicó para todos los acuerdos bilaterales de Estados Unidos, amagando a salirse y generar un descalabro en el comercio internacional; para luego negociar términos favorables a los interés americanos. Milei no habrá inventado la pólvora, pero parece ser el más inteligente a la hora de importarla. Así, con un discurso poco convencional, hizo que buena parte de la oposición se enfoque en el árbol mientras pierden de vista el bosque.
El gobierno que no pasaba marzo, que luego no llegaba mayo o a los seis meses, lleva realizado uno de los ajustes más agudos de los que se tiene memoria, manteniendo una relativamente alta imagen positiva y logrando acuerdos políticos en inferioridad de condiciones que ni el peronismo en su mejor momento hubiese soñado. ¿Es una masterclass política? No, es una comunión de momento indicado, lugar adecuado con un adversario que no procesa su derrota y, por lo tanto, todavía no lidera a las masas disconformes, a los que se quedaron sin trabajo o perdieron el acceso a un plato de comida.
Milei, ahora con la adición de Sturzenegger al gobierno, “gana” políticamente donde Mauricio perdió y construye, a base de empujones, una gobernabilidad un tanto particular. Mientras tanto, el “Jefe”, Karina Milei, hace otro proceso inverso: construye territorialidad en un partido político que no la tiene, pero ya ganó, algo no menos que milagroso en política. Entre imposibles e improbables, La Libertad Avanza.