23 December, 2024

Por Daniela Ramos.-

Bruno Traven utilizaba el seudónimo B.Traven ( Polonia,1882 y  México,1969) se cree que en verdad nació en Estados Unidos, pero como su madre era actriz regresó con su hijo a Alemania. Posteriormente los datos de difuminan y no se sabe a ciencia cierta porque se le adjudica la nacionalidad polaca para su nacimiento.

A causa de conflictos de carácter político emprende su huida hacia América. Su idea inicial era llegar a Estados Unidos, pero la actividad anarquista desarrollada en México lo lleva a Veracruz. En el año 1951 se nacionalizó mexicano y pidió que luego de su muerte se esparcieran sus cenizas en el río Jataté en Chiapas.

Su salida de Münich hilvana la trama del libro “El barco de los muertos” (publicado originalmente en el año 1926). Allí Gerard Gales un marinero mercante, el cual dice ser nativo de Nueva Orleans sale a pasear por el puerto donde su barco hace escala (Amberes), allí una joven señorita lo invita a pasar la noche con ella. Tras varias copas de más, al despertar sólo le queda ver como su barco parte sin él. Su vida se desmorona, está solo, sin dinero y además indocumentado. Esta situación extrema tiene una única solución: entrar al “barco de la muerte, el Yorikke”, su importancia radica en el seguro que se cobrará luego que sea hundido. 

Él es un hombre sin nombre, ni su tarjeta de embarque aparece, nadie puede identificarlo. Sólo le queda la opción del Yorikke. Ahora es un habitante del mar.

Traven se mete en el personaje apoyado por la situación que ha pasado en su enigmática vida. Quizás por ello la narrativa que describe su visión muestra un panorama crítico, ese mismo que desenmascara a los poderosos en estrecha relación con los políticos que defienden la burocracia. Esta característica quedó instalada en Europa tras el paso de la gran Guerra. Así, Traven pone en boca del su marinero indocumentado reflexiones tan significativas como la importancia de la identidad, la libertad del individuo, la realidad opresiva que mueve al mundo, la dualidad que se traslada a las políticas inmigratorias, la desconfianza que provocan los migrantes.

Gerard es optimista, cree que puede cambiar su condición, aunque el mundo le de la espalda. Resolver su problema es una cuestión de papeles, no de fe.

Así peregrina por diferentes países visitando a sus cónsules, pero sólo lo envuelve la frustración ante tanto manoseo.

En las últimas páginas de esta novela el ritmo narrativo se acelera, hacer que el navío naufrague “accidentalmente” traerá el dinero del seguro a costa del sacrificio de pérdidas humanas. Las cartas están echadas, el destino nos deja navegando dentro de un gran libro que mezcla la aventura junto a la denuncia social.

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