23 December, 2024

Por Daniela Ramos.-

Javier Tomeo es visto en su tierra (Huesca- España 1932- Barcelona- España 2013) como un escritor que relata al margen de la literatura convencional. Los protagonistas de sus novelas abonan esta teoría ya que se dejan ver como disruptivos, pero esencialmente solitarios. Sus vidas navegan en las aguas de la monotonía y el escepticismo. El mundo está roto y nadie puede repararlo. 

Los universos reales de Tomeo también alternan entre el ámbito rural y luego de la finalización de la guerra Civil española la familia se traslada a la órbita urbana. Ya no predominan los sonidos de la lluvia y los pájaros, el ruido se encargará de envolver sus pensamientos. Allí nace un escritor insatisfecho que escarba en su propia existencia. Se interesó sin piedad en conocer los aspectos más oscuros y contradictorios del ser humano.

“El cazador de leones” (novela publicada originalmente en el año 1967) muestra a un inolvidable empleado de oficina el cual sondea qué siente su corazón y cuáles son sus sueños. La historia nace en el día de su cumpleaños número treinta y cinco, ese mismo día toma la decisión de no volver a salir de su habitación. Ella nace y muere en esas doscientas sesenta baldosas. Su única compañía serán un ejército de soldaditos de plomo, un monje de barro, un reloj y una colección de toreros en miniatura. Su madre lo llamará insistentemente a la puerta, pero su mundo de aventuras ahora será ese. Quizás sea un espacio reducido para el común de los terrenales, pero su mutación animal ampliará la zona. Así los animales se humanizan y los humanos se animalizan.

Como la mayoría de las novelas de Javier Tomeo se desarrollan en espacios acotados y cerrados, con diálogos extensos en esta novela, el medio será un  teléfono donde el armario tomará protagonismo.

En esa habitación Julián marca un número al azar, la soledad le era insoportable. La voz de una mujer lo sorprende y allí comienza su plan de seducción.

Él realizó una elección, se ha vuelto antisocial, pero en contrapartida su imaginación vuela y su habitación ahora es la selva. Por momento es una hiena, en otras una hormiga o quizás un príncipe persa, un torero, un ruiseñor o un cazador de tigres.

Evidentemente la originalidad de la literatura de Tomeo radicaba en la mente del ser humano como laberinto que nos conduce a un escenario degradado. Ese fue el modo de criticar al mundo y su condición.

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